domingo, 30 de agosto de 2015

A rojo vivo.

    "Un cronopio se recibe de médico y abre un consultorio en la calle Santiago del Estero. En seguida viene un enfermo y le cuenta cómo hay cosas que le duelen y cómo de noche no duerme y de día no come.
-Compre un gran ramo de rosas- dice el cronopio.
     El enfermo se retira sorprendido, pero compra el ramo y se cura instantáneamente. Lleno de gratitud acude al cronopio, y además de pagarle le obsequia, fino testimonio, un hermoso ramo de rosas. 
Apenas se ha ido, el cronopio cae enfermo, le duele por todos lados, de noche no duerme y de día no come."
-Terapias, Julio Cortázar

- ¿Y hoy cómo te sientes?
- Mal
Me mira a los ojos, intentando adivinar qué va después. 
Pero no hay nada, sólo silencio. 
- ¿Qué sientes? 
¿Qué clase de pregunta es esa? 
No sé que responder. 
Hay sentimientos que no se pueden poner en palabras. Podría explicar el frío, y el calor sin problema alguno. Pero esto no.
Cierro los ojos, intentando entender qué es lo que me pasa. Queriendo descifrar ese "mal" que aún resuena, golpeándose contra las paredes de esta habitación. 
¿Sentir? … siento tanto. Pero no sabría definir qué con exactitud.
Un nudo en mi garganta.
De pronto un reflujo subir hasta mis lagrimales, y la sal arde en mis mejillas. 
Me arde la garganta, el esófago, los pulmones.
De pronto el ardor se vuelve insoportable.
El deseo intenso de arrancármelos, me estremece el cuerpo.
Las lágrimas me inundan la garganta, sin apagar el fuego que me abrasa.
¿Cómo es esto posible?
¿Qué hice mal?
Sólo tengo algo claro: el transparente de mis lágrimas no se parece nada al color de este sentimiento que me está matando.
Creo que se parece más al rojo.


La sangre me palpita bajo la piel.
Los pulmones me queman.
El aire me estorba.
...y sigo sin saber qué siento.




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